domingo, 20 de diciembre de 2009

Cómo influye tu forma de vida sobre el ambiente. El consumo


¡Acabemos con esto de una vez !
Cargado originalmente por jonRo

Buscaba una imagen que me ayude con el tema y encontré ésta de Jon Roman.
Y es que la idea es volver a poner el tema de nuestros hábitos de consumo y su impacto sobre el ambiente.
De hecho el consumo humano puede llevar al planeta a situaciones extremas, como lo que se vive ahora y que se hizo público con "la Hora del Planeta". Esta jornada que nos motivó a ahorrar energía eléctrica durante UNA HORA sirvió mucho a los niños.
Pero el asunto no termina ahi...
Nuestros hábitos de consumo son diversos y tan complejos. Muchos de ellos si pueden acabar, sino con el planeta, con parte de él. Aquí me refiero a los recursos finitos (aunque somos la especie que hace finito lo infinito); aquellos que, renovables o no, pueden agotarse si nuestro consumo es superior a su oferta natural.
Vivo en Tumbes y trabajo en manglares. En Tumbes se consumen las llamadas "conchas negras" (Anadara tuberculosa), que son tan deliciosas que rápidamente se convirtieron en imágen nacional con el ceviche de conchas negras.
Las conchas negras se están agotando en nuestro país. Primero, porque su consumo creciente sobrepasó la oferta natural de los manglares de Tumbes (la única región del Perú que tiene manglares es Tumbes), ahora se están importando del Ecuador; segundo, porque pese al elevado consumo, no se producen mediante la acuicultura (o cultivo controlado), lo cual las expone a diversos intemperismos (amenazas existentes en el ambiente), como la reducción de bosques de mangle, la contaminación de las aguas y obviamente, la extracción desmedida.
Extracción es una práctica muy rudimentaria que aún se mantiene en nuestra cultura. Es equivalente a la caza, que consiste en capturar para nuestro consumo algún recurso que se encuentra en ambientes silvestres; o sea, cosechamos lo que no hemos sembrado. Su enorme desventaja es que, al ocurrir en espacios públicos, nadie en realidad hace mucho por asegurar su sobrevivencia.
En el caso de la concha negra, estamos llegando a extremos en los que nos estamos comiendo a los juveniles; es decir a aquellos individuos que aún no alcanzan su madurez sexual y por tanto no lograron reproducirse. Cuando las poblaciones pierden a los individuos con capacidad reproductiva, están condenadas a la extinción.
Así como ocurre con la concha negra, también ocurre con la concha Pata de Burro (Anadara grandis) y hasta con los peces, que aunque tienen mayores facultades de defensa (pueden moverse cuando perciben una amenaza), difícilmente escapan a las redes de pescadores cuyos filtros son cada vez más estrechos.
No "sembramos" ni "cultivamos" moluscos ni peces; sin embargo, con el poder de nuestro consumo los estamos agotando.
Si bien "la Hora del Planeta" nos ayudó a entender que el ahorro en nuestro consumo de energía eléctrica puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, en el caso de la concha negra, no bastará una hora, sino muchas ocasiones para negarnos a disfrutar de su delicioso sabor; por lo menos, mientras no hayamos asegurado la conservación de sus poblaciones.
Cuando consuma conchas negras, revise su tamaño. Cuando está entera (con sus valvas o conchas), asegúrese que mide algo más que su dedo medio (4.5 cm); cuando ya está en el plato, el cuerpo entero del molusco debe tener al menos 3.2 cm.
Cuando las medidas que le señalo sean menores, usted será consciente de que su consumo está presionando la sobrevivencia de la especie. Deje de hacerlo y difunda esta idea.
Evite que su consumo afecte su propio ambiente y el de sus hijos.

martes, 15 de diciembre de 2009

Cómo influye tu forma de vida sobre el ambiente. Residuos sólidos

Para este ejercicio vamos a llamar Residuos Sólidos a lo que comúnmente se conoce como “basura”; porque la basura no es otra cosa que residuos. Pero no todos los residuos constituyen la basura; lo conforman específicamente aquellos que se encuentran en estado sólido o semisólido y que, fundamentalmente los disponemos (los botamos al basurero o al ambiente), con la idea de que a nosotros no nos sirve en nuestra forma de vida.
Se trata de hacer una revisión cuidadosa de lo que generas como residuos sólidos (o basura) en tu forma de vida. Hay varias formas de definirlo, pero en esencia intentaremos determinarlo por su peso (pues su volumen es más complicado determinarlo). La determinación del peso de los residuos sólidos que generas la llevaremos al período de tiempo de un día, un mes y un año. Es decir, intentaremos definir cuántos kilos de residuos sólidos generas en un día, en un mes y en un año.
El siguiente paso también es importante y adicional al anterior. Se trata de identificar cuánto del peso de residuos sólidos que generas, es susceptible de descomponerse en forma natural y formar parte del ambiente, sin llegar a producir una contaminación significativa. Recuerda que lo que finalmente buscamos es determinar cómo es que tu forma de vida influye sobre el ambiente.
Y obviamente, el siguiente paso consiste en determinar cuánto del volumen de residuos sólidos que generas no es capaz de descomponerse en forma natural (en poco tiempo). La idea de que el tiempo todo lo borra es relativa. Algunas cosas que generas demoran más que una generación en descomponerse, y otras, demoran cientos de años.
Al final, como es sensato decirlo, también determinaremos cuánto del peso de residuos sólidos que generas se convertirá indefectiblemente en un contaminante altamente tóxico. Quizás pienses que eso sólo se ve en películas o en lugares donde el tratamiento con elementos asociados a la producción nuclear. Pues no es así; podemos ser partícipes de la acumulación de contaminantes altamente tóxicos en nuestro propio ambiente.
A modo de colofón, puedes atreverte (aunque lo dudo) a saber dónde estás acumulando los elementos tóxicos que durarán en su efecto nocivo durante muchos más años de lo que crees que vivirás en este planeta.
El propósito de éste ejercicio personal no es otra cosa que generar en ti una reacción ante lo que hasta ahora conoces como “tu forma de vida”.
Empecemos:
1. Imagina cada uno de los días en que vives como cualquier ciudadano común – o no común – como te consideras. Te propongo que empieces imaginando que despiertas a un nuevo día. Piensa en lo primero que consumes (tómate tu tiempo). Quizás te duches y usas champú y jabón para bañarte. Los productos que utilizas tienen envase? El envase puede deshacerse en poco tiempo? Luego te cepillas los dientes… el envase del dentífrico puede deshacerse en poco tiempo? El cepillo que usas no dura para siempre… el cepillo puede deshacerse en poco tiempo?
No te distraigas contestando estas preguntas. Mejor empieza imaginando un día en el mercado, cuando vas de compras para hacerte de lo que necesitarás a lo largo del mes.
2. Recolecta los envases primarios y pésalos. Luego recolecta los envases secundarios y pésalos. Es mejor que peses los envases y los restos que no utilices diariamente; esto te ayudará a tener un dato más exacto al final del mes.
3. De los datos anteriores, determina cuál de los residuos se puede deshacer rápidamente y cuál no. Expresa esta información en peso (Kg.).
4. De lo anterior, cuida de identificar cuál de los residuos es altamente tóxico. Determina el peso del mismo.
5. Si te atreves, identifica cuál de esos elementos tóxicos de alta duración, va a parar al botadero o relleno sanitario que sabes que dispondrá de tus residuos.
Elabora un diagrama para tu propia información y decide cuánto de ello eres capaz de reducir (o producir en menor peso).
Termina concluyendo cuál es el impacto de tu forma de vida sobre el ambiente.
¿Estás listo/a?