jueves, 4 de febrero de 2010

Trabajo listo, escenario limpio… fantasía o realidad?


Hace más de 30 años le pregunté a mi padre - cuando ejercía muy dinámicamente su oficio de mecánico de motores estacionarios - sobre las razones por las que nuestro taller no se veía cargado de aceite como los de los otros mecánicos. La idea en el ambiente era de que un taller aceitoso era indicador infalible de mecánico trabajando. Nuestro taller no tenía una gota de aceite derramada ni cerca de los barriles de petróleo.

Mi padre me contesta que aquellos mecánicos eran sucios.

Confieso que demoré en entender la idea. Todos los talleres de mecánicos estaban con hidrocarburos; todos los lugares en donde había construcciones estaban llenos de una mezcla de arena, cemento, bolsas, fierro y trozos de ladrillo; todos los lugares donde estaban pintando estaban manchados con pintura, los bancos, las escaleras y obviamente la ropa de los pintores; todos los lugares donde se hacía trabajos de gasfitería estaban llenos de barro negro y pestilente, restos de tubería y trozos de tubería; todos los lugares en donde alguien estaba cocinando estaban llenos de hollín, restos de alimentos, utensilios sucios y hasta perros comiendo las sobras.

Si aquellos lugares donde trabajaba la gente estaban sucios, por qué el taller de mi padre estaba limpio? Y más aún, por qué mi padre era exigente en la limpieza y orden del local y las herramientas?

Y es que trabajo no es sinónimo de suciedad; tampoco de desorden; y tampoco de gritos y maltratos.

Lo que hoy muchos conocemos como normas de seguridad e higiene industrial se está extendiendo a todos los oficios. La razón es simple: no existe vínculo que relacione ineludiblemente el trabajo con la suciedad y el desorden. Eso es un sobrecosto. Es un costo adicional que puede afectar tanto a quien recibe el trabajo, quien lo ejecuta y también quien está cerca de donde se realiza dicho trabajo. Y como se trata de costos, nadie desea voluntariamente asumirlo. Lo que ocurre es que los niveles de suciedad pueden alcanzar impactos suficientes como para arruinar la vida de muchos sujetos, de su entorno, de su modo productivo y hasta de su lugar de residencia. Peor aún, tales niveles de daño hasta pueden resultar imposibles de revertirse por muchos, muchos años.

En lugares en donde esto está claramente definido, quien desarrolla un trabajo ensuciando (que es diferente de quien hace un “trabajo sucio”), el responsable asume los costos… y debe hacerlo de inmediato. Pero esos lugares aún no son muchos, ni la mayoría.

Aún podemos encontrar con facilidad desde calles sucias debido a un trabajo de pavimentación, jardines arruinados debido a trabajos de construcción o de pintura, sitios turísticos contaminados, hasta ríos y océanos muertos, personas enfermas, negocios arruinados, etc. simplemente porque alguien estuvo trabajando y no fue capaz de evitar "ensuciar".

El propósito de este mensaje es invitarlo a desarrollar su trabajo - cualquiera que sea - de modo limpio y ordenado, por múltiples razones: solidaridad con el vecino, responsabilidad con los valores del cliente, respeto a la sociedad y respeto a usted mismo, a sus sueños, a los sueños de sus hijos y de los amigos de sus hijos.

El trabajo desde siempre fue indicador de dignidad para el hombre. Hágalo limpio y verá como muchos lo tomarán de ejemplo, como referente y eso redundará en su beneficio propio.

El trabajo es digno, limpio y eficaz. Haga de esta consigna su forma de vida.