lunes, 23 de noviembre de 2009

No todos los manglares son Santuario

Manglares son una referencia muy general de aquél ambiente de bosque que no se amilana de hacer frente al mar. Esta idea, que puede parecer simple o fantasiosa, describe ecosistemas que tienen la capacidad de convivir entre ambientes continentales (tierra firme) y la zona marino costera.
Estos ambientes no son comunes. De hecho, aún cuando forman una cadena lo suficientemente larga como para alcanzar representatividad (salvo casos extraordinarios como los manglares de Vice, Sechura, Piura, Perú), siguen siendo desconocidos. Alrededor del mundo, los manglares son cadenas largas distribuidas en espacios casi desconocidos para el mundo, que sabe que a orillas del mar hay playas cargadas de suficiente arena como para desvanecer cualquier idea de bosque. Es indudable que aquí tenemos un paradigma que debemos desvanecer. Nadie medianamente culto podría imaginar que las olas del mar revienten, además de en la arena y roca, en troncos de árboles de un bosque llamado manglar.

El manglar es un bosque, compuesto fundamentalmente por especies de mangle (Rizophora mangle, Rizophora harrisonni, Avicennia germinans, Conocarpus erectus y otros), que no son otra cosa que especies vegetales permanentes (de larga duración) que se reproducen, crecen y maduran en ambientes costeros que combinan el agua dulce con el agua del mar. Entender la dinámica del ecosistema manglar desafía la insipiente cultura de consumo de cualquier ciudadano que vive lejos de ellos. La importancia de los manglares se lee con facilidad si el lector tiene cierta relación con el consumo de algunos productos que ofrece: mariscos, camarones o langostinos, peces y otros, que son exclusivos al manglar.

Para el caso peruano, que posee en el extremo noroeste un único ecosistema de manglares, la única forma de invitarle a entender los manglares es a través de su famosa “Concha Negra”. Estos bivalvos no se los encuentra en cualquier parte de la orilla del mar; menos en el mar profundo. La “Concha Negra” se encuentra en los manglares de Tumbes, o en aquellos del Ecuador (que posee manglares en casi toda su costa ligada al Perú); más no en el resto del mar peruano.

Sin embargo, cuando usted visita los manglares de Tumbes, usualmente lo hace a través de Puerto Pizarro. Pero no es el único lugar de manglares. De hecho, los manglares vienen desde más al norte del Ecuador; en el Perú empiezan desde Punta Capones y llegan hasta Playa Hermosa (lugar conocido hace casi diez años por el propósito de algún gobierno por hacer de esta zona un paradisíaco lugar de turismo receptivo).



Manglares de Puerto Pizarro

Pero lo que motiva esta nota no es sólo la distinción de los manglares en Tumbes, sino al hecho de que continuemos con la dinámica de ver por una ventana lo que debiéramos ver de modo más amplio. Sepa usted que toda la línea de costa de Zarumilla y de la ciudad de Tumbes no tienen playas, sino manglares.

Dentro de esa larga línea, Puerto Pizarro es uno de los lugares con acceso vehicular y además es un antiguo destino turístico. Pero hay más lugares que visitar. Uno de ellos es el Santuario Nacional Los Manglares de Tumbes que está en Zarumilla.

Es un área poco visitada por los turistas, quienes se engañan creyendo que cualquier zona de manglares se considera santuario y que por tanto, los manglares de Puerto Pizarro son un santuario nacional. Esta idea está por demás errada. El Santuario Nacional, como área protegida, conserva el ecosistema en su estado natural y no permite modificaciones ni impactos que alteren esa función. Puede ser visitada para el turismo, pues esa actividad no necesariamente impacta. Hasta el momento es visitada tanto por especialistas que ven en él aves endémicas y otras especies, gozando de un ambiente lo suficientemente silvestre como conocer su funcionamiento más de cerca.

Santuario Nacional Los Manglares de Tumbes (Zarumilla)

Si desea visitar los Manglares de Tumbes en su versión más silvestre, hágalo en el Santuario Nacional, que se encuentra en Zarumilla (a menos de 10 minutos al norte de Puerto Pizarro) y donde encontrará el ambiente natural de los moluscos y crustáceos que sostienen aún la destacada cocina peruana.

Encontré estas referencias adicionales que le pueden servir:

http://www.biodiversityhotspots.org/xp/hotspots/tumbes_choco/Pages/biodiversity.aspx
http://www.hellotumbes.com/alrededores1.htm
http://peru.gotolatin.com/eng/Guide/PeruNationalParks/ManglaresTumbes/Manglares-Tumbes-1.asp
http://www.enjoyperu.com/peru_travel_tours_information/peru_nature_ecology_biodiversity/peru_nature_ecology_biodiversity_national_sanctuaries_mangrove_sweeps_tumbes_national_sanctuary.html
http://www.turisticalperu.com/domiruth_newsletter18_eng.htm
http://www.darwinnet.org/docs/RBNOenglish.pdf

sábado, 7 de noviembre de 2009

GESTION AMBIENTAL REGIONAL OBJETIVA

El proceso de descentralización es ya una política pública nacional. El ejercicio de gobierno se ejerce por subsidiaridad (o subsidiariedad), que no es otra cosa que aproximar la gestión pública en la forma más inmediata a la sociedad (o grupo social) que demanda una respuesta concreta. Para eso se ha dotado a las municipalidades (gobiernos locales) de ciertas capacidades para cumplir con este propósito, organizándose además de modo que sumen a la gestión pública nacional vía regiones, para lo que también se han creado los gobiernos regionales. En algún momento de este proceso deberán aparecer las regiones.
Debe reconocerse una doble vía en la aplicación del principio de subsidiariedad: de la nación a la localidad y de la localidad hacia la nación.
El asunto ambiental es de interés nacional, regional y local; por ende, su atención exige una capacidad de respuesta local, organizada en regiones y con impacto nacional.
En este esfuerzo colectivo de la descentralización, el tratamiento del asunto ambiental, a efectos de alcanzar una respuesta eficaz a nivel local – donde se realizan las inversiones y donde se desarrollan sociedades no necesariamente productivas económicamente, pero que de cualquier modo buscan satisfacer sus necesidades mínimas de subsistencia – el país se ha visto en la necesidad de concertar sobre lo prioritario, de modo que el enfrentamiento a amenazas locales no se vea cargada de inequidades en la asunción de los costos y la distribución de los beneficios; sino que tanto los productores como los grupos sociales relacionados con ellos, trabajen por el interés común, identificando en ello el buen estado del ambiente. En este esfuerzo de concertación se han creado instrumentos de gestión ambiental pública, como las Comisiones Ambientales, las mismas que empiezan constituyéndose como los escenarios de concertación y coordinación de los intereses diversos en los espacios locales y regionales, seguidas de la definición de sus propias agendas también públicas; producto del análisis de la problemática ambiental que presiona sobre la calidad de vida de sus sociedades. En adición, también se estructuran los sistemas de gestión ambiental pública (regional y local), y alguno que otro ingrediente necesario de normativa que marque la pauta en aspectos necesarios, a la luz de un mandato principista y/o nacional.
Sin embargo, debido también al débil funcionamiento de los recientes procesos de concertación y coordinación, la implementación de las agendas ambientales inevitablemente resulta viciada de una ausencia de compromiso, insuficiencia de información y de criterios de eficacia pública. Las sociedades consideran que ciertas medidas priorizadas en las agendas ambientales deben ser asumidas por actores privados, quienes sienten interés por los temas o necesariamente deben asumirlos. Así, es posible que surja la idea de no comprometer recursos públicos en estos temas en particular.
Sumado a ello, los organismos públicos con competencias ambientales, siguiendo la inercia de actuar según lo mande el sector nacional (antes de la descentralización), no proponen medidas locales o regionales para asumir los temas ambientales que efectivamente les están afectando. Al final, la eficacia en el cumplimiento de las agendas ambientales es baja.
Lo más grave es que, en la compleja comprensión de desarrollar una respuesta, cuando se trata de evaluar el avance en la implementación de las agendas, reconocen que existen mandatos nacionales (producto de los compromisos asumidos a nivel de país, como es el caso de los convenios internacionales), que no han sido adecuadamente planificados. Tal es el caso del Cambio Climático, la Diversidad Biológica, la Lucha contra la Desertización y Sequía, el Ordenamiento Territorial y otros, que, al no haber sido priorizados en la agenda ambiental, poco o nada se hace por abordar estos aspectos.
Así las cosas, se percibe un elevado activismo ambiental y con pocos compromisos a nivel de las instituciones públicas, de modo que hay mucho que hacer y poco avance efectivamente previsto.
Esta situación desafía el modo de abordar el asunto ambiental, a nivel local y regional.
Ante esto, propongo que un grupo selecto de profesionales, destacados por su experiencia en asuntos ambientales, revise las prioridades regionales en un esfuerzo de articularlas además a las decisiones estratégicas de estos mismos escenarios regionales, seleccionando prolijamente los temas que la gestión regional debe abordar. Estos profesionales pueden ser los docentes de las universidades reconocidas por su propuesta ambiental y otros que, localizados en puestos públicos o privados, ejercen liderazgo sobre el asunto ambiental de la región.
Ellos bien pudieran elaborar una propuesta de Política Ambiental Regional para ser validada ante la sociedad y los gobernantes regionales, valiéndose del mandato que le dé la comisión ambiental correspondiente.
Así, la propuesta de Política Ambiental Regional, como marco para las inversiones públicas y privadas en gestión ambiental, sirve como marco orientador del enfoque de la implementación regional de las estrategias nacionales.
La Política Ambiental Regional prioriza los temas ambientales a la luz de su impacto en el desarrollo humano y el crecimiento económico regional, cumpliendo – claro – con el mandato nacional de ajustarse a los compromisos adquiridos a nivel global.
Entonces, es de esperar que la Agenda Ambiental Regional se elabore a partir de la Política Ambiental Regional. Aquí, aquellas actividades que correspondan a las instituciones del Gobierno Regional serán debidamente planificadas como proyectos de inversión pública.
Si logramos esto, el avance en la implementación de la Agenda Ambiental Regional evidenciará un innegable avance a favor del desarrollo sostenible local y regional.