domingo, 20 de diciembre de 2009

Cómo influye tu forma de vida sobre el ambiente. El consumo


¡Acabemos con esto de una vez !
Cargado originalmente por jonRo

Buscaba una imagen que me ayude con el tema y encontré ésta de Jon Roman.
Y es que la idea es volver a poner el tema de nuestros hábitos de consumo y su impacto sobre el ambiente.
De hecho el consumo humano puede llevar al planeta a situaciones extremas, como lo que se vive ahora y que se hizo público con "la Hora del Planeta". Esta jornada que nos motivó a ahorrar energía eléctrica durante UNA HORA sirvió mucho a los niños.
Pero el asunto no termina ahi...
Nuestros hábitos de consumo son diversos y tan complejos. Muchos de ellos si pueden acabar, sino con el planeta, con parte de él. Aquí me refiero a los recursos finitos (aunque somos la especie que hace finito lo infinito); aquellos que, renovables o no, pueden agotarse si nuestro consumo es superior a su oferta natural.
Vivo en Tumbes y trabajo en manglares. En Tumbes se consumen las llamadas "conchas negras" (Anadara tuberculosa), que son tan deliciosas que rápidamente se convirtieron en imágen nacional con el ceviche de conchas negras.
Las conchas negras se están agotando en nuestro país. Primero, porque su consumo creciente sobrepasó la oferta natural de los manglares de Tumbes (la única región del Perú que tiene manglares es Tumbes), ahora se están importando del Ecuador; segundo, porque pese al elevado consumo, no se producen mediante la acuicultura (o cultivo controlado), lo cual las expone a diversos intemperismos (amenazas existentes en el ambiente), como la reducción de bosques de mangle, la contaminación de las aguas y obviamente, la extracción desmedida.
Extracción es una práctica muy rudimentaria que aún se mantiene en nuestra cultura. Es equivalente a la caza, que consiste en capturar para nuestro consumo algún recurso que se encuentra en ambientes silvestres; o sea, cosechamos lo que no hemos sembrado. Su enorme desventaja es que, al ocurrir en espacios públicos, nadie en realidad hace mucho por asegurar su sobrevivencia.
En el caso de la concha negra, estamos llegando a extremos en los que nos estamos comiendo a los juveniles; es decir a aquellos individuos que aún no alcanzan su madurez sexual y por tanto no lograron reproducirse. Cuando las poblaciones pierden a los individuos con capacidad reproductiva, están condenadas a la extinción.
Así como ocurre con la concha negra, también ocurre con la concha Pata de Burro (Anadara grandis) y hasta con los peces, que aunque tienen mayores facultades de defensa (pueden moverse cuando perciben una amenaza), difícilmente escapan a las redes de pescadores cuyos filtros son cada vez más estrechos.
No "sembramos" ni "cultivamos" moluscos ni peces; sin embargo, con el poder de nuestro consumo los estamos agotando.
Si bien "la Hora del Planeta" nos ayudó a entender que el ahorro en nuestro consumo de energía eléctrica puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, en el caso de la concha negra, no bastará una hora, sino muchas ocasiones para negarnos a disfrutar de su delicioso sabor; por lo menos, mientras no hayamos asegurado la conservación de sus poblaciones.
Cuando consuma conchas negras, revise su tamaño. Cuando está entera (con sus valvas o conchas), asegúrese que mide algo más que su dedo medio (4.5 cm); cuando ya está en el plato, el cuerpo entero del molusco debe tener al menos 3.2 cm.
Cuando las medidas que le señalo sean menores, usted será consciente de que su consumo está presionando la sobrevivencia de la especie. Deje de hacerlo y difunda esta idea.
Evite que su consumo afecte su propio ambiente y el de sus hijos.

martes, 15 de diciembre de 2009

Cómo influye tu forma de vida sobre el ambiente. Residuos sólidos

Para este ejercicio vamos a llamar Residuos Sólidos a lo que comúnmente se conoce como “basura”; porque la basura no es otra cosa que residuos. Pero no todos los residuos constituyen la basura; lo conforman específicamente aquellos que se encuentran en estado sólido o semisólido y que, fundamentalmente los disponemos (los botamos al basurero o al ambiente), con la idea de que a nosotros no nos sirve en nuestra forma de vida.
Se trata de hacer una revisión cuidadosa de lo que generas como residuos sólidos (o basura) en tu forma de vida. Hay varias formas de definirlo, pero en esencia intentaremos determinarlo por su peso (pues su volumen es más complicado determinarlo). La determinación del peso de los residuos sólidos que generas la llevaremos al período de tiempo de un día, un mes y un año. Es decir, intentaremos definir cuántos kilos de residuos sólidos generas en un día, en un mes y en un año.
El siguiente paso también es importante y adicional al anterior. Se trata de identificar cuánto del peso de residuos sólidos que generas, es susceptible de descomponerse en forma natural y formar parte del ambiente, sin llegar a producir una contaminación significativa. Recuerda que lo que finalmente buscamos es determinar cómo es que tu forma de vida influye sobre el ambiente.
Y obviamente, el siguiente paso consiste en determinar cuánto del volumen de residuos sólidos que generas no es capaz de descomponerse en forma natural (en poco tiempo). La idea de que el tiempo todo lo borra es relativa. Algunas cosas que generas demoran más que una generación en descomponerse, y otras, demoran cientos de años.
Al final, como es sensato decirlo, también determinaremos cuánto del peso de residuos sólidos que generas se convertirá indefectiblemente en un contaminante altamente tóxico. Quizás pienses que eso sólo se ve en películas o en lugares donde el tratamiento con elementos asociados a la producción nuclear. Pues no es así; podemos ser partícipes de la acumulación de contaminantes altamente tóxicos en nuestro propio ambiente.
A modo de colofón, puedes atreverte (aunque lo dudo) a saber dónde estás acumulando los elementos tóxicos que durarán en su efecto nocivo durante muchos más años de lo que crees que vivirás en este planeta.
El propósito de éste ejercicio personal no es otra cosa que generar en ti una reacción ante lo que hasta ahora conoces como “tu forma de vida”.
Empecemos:
1. Imagina cada uno de los días en que vives como cualquier ciudadano común – o no común – como te consideras. Te propongo que empieces imaginando que despiertas a un nuevo día. Piensa en lo primero que consumes (tómate tu tiempo). Quizás te duches y usas champú y jabón para bañarte. Los productos que utilizas tienen envase? El envase puede deshacerse en poco tiempo? Luego te cepillas los dientes… el envase del dentífrico puede deshacerse en poco tiempo? El cepillo que usas no dura para siempre… el cepillo puede deshacerse en poco tiempo?
No te distraigas contestando estas preguntas. Mejor empieza imaginando un día en el mercado, cuando vas de compras para hacerte de lo que necesitarás a lo largo del mes.
2. Recolecta los envases primarios y pésalos. Luego recolecta los envases secundarios y pésalos. Es mejor que peses los envases y los restos que no utilices diariamente; esto te ayudará a tener un dato más exacto al final del mes.
3. De los datos anteriores, determina cuál de los residuos se puede deshacer rápidamente y cuál no. Expresa esta información en peso (Kg.).
4. De lo anterior, cuida de identificar cuál de los residuos es altamente tóxico. Determina el peso del mismo.
5. Si te atreves, identifica cuál de esos elementos tóxicos de alta duración, va a parar al botadero o relleno sanitario que sabes que dispondrá de tus residuos.
Elabora un diagrama para tu propia información y decide cuánto de ello eres capaz de reducir (o producir en menor peso).
Termina concluyendo cuál es el impacto de tu forma de vida sobre el ambiente.
¿Estás listo/a?

lunes, 23 de noviembre de 2009

No todos los manglares son Santuario

Manglares son una referencia muy general de aquél ambiente de bosque que no se amilana de hacer frente al mar. Esta idea, que puede parecer simple o fantasiosa, describe ecosistemas que tienen la capacidad de convivir entre ambientes continentales (tierra firme) y la zona marino costera.
Estos ambientes no son comunes. De hecho, aún cuando forman una cadena lo suficientemente larga como para alcanzar representatividad (salvo casos extraordinarios como los manglares de Vice, Sechura, Piura, Perú), siguen siendo desconocidos. Alrededor del mundo, los manglares son cadenas largas distribuidas en espacios casi desconocidos para el mundo, que sabe que a orillas del mar hay playas cargadas de suficiente arena como para desvanecer cualquier idea de bosque. Es indudable que aquí tenemos un paradigma que debemos desvanecer. Nadie medianamente culto podría imaginar que las olas del mar revienten, además de en la arena y roca, en troncos de árboles de un bosque llamado manglar.

El manglar es un bosque, compuesto fundamentalmente por especies de mangle (Rizophora mangle, Rizophora harrisonni, Avicennia germinans, Conocarpus erectus y otros), que no son otra cosa que especies vegetales permanentes (de larga duración) que se reproducen, crecen y maduran en ambientes costeros que combinan el agua dulce con el agua del mar. Entender la dinámica del ecosistema manglar desafía la insipiente cultura de consumo de cualquier ciudadano que vive lejos de ellos. La importancia de los manglares se lee con facilidad si el lector tiene cierta relación con el consumo de algunos productos que ofrece: mariscos, camarones o langostinos, peces y otros, que son exclusivos al manglar.

Para el caso peruano, que posee en el extremo noroeste un único ecosistema de manglares, la única forma de invitarle a entender los manglares es a través de su famosa “Concha Negra”. Estos bivalvos no se los encuentra en cualquier parte de la orilla del mar; menos en el mar profundo. La “Concha Negra” se encuentra en los manglares de Tumbes, o en aquellos del Ecuador (que posee manglares en casi toda su costa ligada al Perú); más no en el resto del mar peruano.

Sin embargo, cuando usted visita los manglares de Tumbes, usualmente lo hace a través de Puerto Pizarro. Pero no es el único lugar de manglares. De hecho, los manglares vienen desde más al norte del Ecuador; en el Perú empiezan desde Punta Capones y llegan hasta Playa Hermosa (lugar conocido hace casi diez años por el propósito de algún gobierno por hacer de esta zona un paradisíaco lugar de turismo receptivo).



Manglares de Puerto Pizarro

Pero lo que motiva esta nota no es sólo la distinción de los manglares en Tumbes, sino al hecho de que continuemos con la dinámica de ver por una ventana lo que debiéramos ver de modo más amplio. Sepa usted que toda la línea de costa de Zarumilla y de la ciudad de Tumbes no tienen playas, sino manglares.

Dentro de esa larga línea, Puerto Pizarro es uno de los lugares con acceso vehicular y además es un antiguo destino turístico. Pero hay más lugares que visitar. Uno de ellos es el Santuario Nacional Los Manglares de Tumbes que está en Zarumilla.

Es un área poco visitada por los turistas, quienes se engañan creyendo que cualquier zona de manglares se considera santuario y que por tanto, los manglares de Puerto Pizarro son un santuario nacional. Esta idea está por demás errada. El Santuario Nacional, como área protegida, conserva el ecosistema en su estado natural y no permite modificaciones ni impactos que alteren esa función. Puede ser visitada para el turismo, pues esa actividad no necesariamente impacta. Hasta el momento es visitada tanto por especialistas que ven en él aves endémicas y otras especies, gozando de un ambiente lo suficientemente silvestre como conocer su funcionamiento más de cerca.

Santuario Nacional Los Manglares de Tumbes (Zarumilla)

Si desea visitar los Manglares de Tumbes en su versión más silvestre, hágalo en el Santuario Nacional, que se encuentra en Zarumilla (a menos de 10 minutos al norte de Puerto Pizarro) y donde encontrará el ambiente natural de los moluscos y crustáceos que sostienen aún la destacada cocina peruana.

Encontré estas referencias adicionales que le pueden servir:

http://www.biodiversityhotspots.org/xp/hotspots/tumbes_choco/Pages/biodiversity.aspx
http://www.hellotumbes.com/alrededores1.htm
http://peru.gotolatin.com/eng/Guide/PeruNationalParks/ManglaresTumbes/Manglares-Tumbes-1.asp
http://www.enjoyperu.com/peru_travel_tours_information/peru_nature_ecology_biodiversity/peru_nature_ecology_biodiversity_national_sanctuaries_mangrove_sweeps_tumbes_national_sanctuary.html
http://www.turisticalperu.com/domiruth_newsletter18_eng.htm
http://www.darwinnet.org/docs/RBNOenglish.pdf

sábado, 7 de noviembre de 2009

GESTION AMBIENTAL REGIONAL OBJETIVA

El proceso de descentralización es ya una política pública nacional. El ejercicio de gobierno se ejerce por subsidiaridad (o subsidiariedad), que no es otra cosa que aproximar la gestión pública en la forma más inmediata a la sociedad (o grupo social) que demanda una respuesta concreta. Para eso se ha dotado a las municipalidades (gobiernos locales) de ciertas capacidades para cumplir con este propósito, organizándose además de modo que sumen a la gestión pública nacional vía regiones, para lo que también se han creado los gobiernos regionales. En algún momento de este proceso deberán aparecer las regiones.
Debe reconocerse una doble vía en la aplicación del principio de subsidiariedad: de la nación a la localidad y de la localidad hacia la nación.
El asunto ambiental es de interés nacional, regional y local; por ende, su atención exige una capacidad de respuesta local, organizada en regiones y con impacto nacional.
En este esfuerzo colectivo de la descentralización, el tratamiento del asunto ambiental, a efectos de alcanzar una respuesta eficaz a nivel local – donde se realizan las inversiones y donde se desarrollan sociedades no necesariamente productivas económicamente, pero que de cualquier modo buscan satisfacer sus necesidades mínimas de subsistencia – el país se ha visto en la necesidad de concertar sobre lo prioritario, de modo que el enfrentamiento a amenazas locales no se vea cargada de inequidades en la asunción de los costos y la distribución de los beneficios; sino que tanto los productores como los grupos sociales relacionados con ellos, trabajen por el interés común, identificando en ello el buen estado del ambiente. En este esfuerzo de concertación se han creado instrumentos de gestión ambiental pública, como las Comisiones Ambientales, las mismas que empiezan constituyéndose como los escenarios de concertación y coordinación de los intereses diversos en los espacios locales y regionales, seguidas de la definición de sus propias agendas también públicas; producto del análisis de la problemática ambiental que presiona sobre la calidad de vida de sus sociedades. En adición, también se estructuran los sistemas de gestión ambiental pública (regional y local), y alguno que otro ingrediente necesario de normativa que marque la pauta en aspectos necesarios, a la luz de un mandato principista y/o nacional.
Sin embargo, debido también al débil funcionamiento de los recientes procesos de concertación y coordinación, la implementación de las agendas ambientales inevitablemente resulta viciada de una ausencia de compromiso, insuficiencia de información y de criterios de eficacia pública. Las sociedades consideran que ciertas medidas priorizadas en las agendas ambientales deben ser asumidas por actores privados, quienes sienten interés por los temas o necesariamente deben asumirlos. Así, es posible que surja la idea de no comprometer recursos públicos en estos temas en particular.
Sumado a ello, los organismos públicos con competencias ambientales, siguiendo la inercia de actuar según lo mande el sector nacional (antes de la descentralización), no proponen medidas locales o regionales para asumir los temas ambientales que efectivamente les están afectando. Al final, la eficacia en el cumplimiento de las agendas ambientales es baja.
Lo más grave es que, en la compleja comprensión de desarrollar una respuesta, cuando se trata de evaluar el avance en la implementación de las agendas, reconocen que existen mandatos nacionales (producto de los compromisos asumidos a nivel de país, como es el caso de los convenios internacionales), que no han sido adecuadamente planificados. Tal es el caso del Cambio Climático, la Diversidad Biológica, la Lucha contra la Desertización y Sequía, el Ordenamiento Territorial y otros, que, al no haber sido priorizados en la agenda ambiental, poco o nada se hace por abordar estos aspectos.
Así las cosas, se percibe un elevado activismo ambiental y con pocos compromisos a nivel de las instituciones públicas, de modo que hay mucho que hacer y poco avance efectivamente previsto.
Esta situación desafía el modo de abordar el asunto ambiental, a nivel local y regional.
Ante esto, propongo que un grupo selecto de profesionales, destacados por su experiencia en asuntos ambientales, revise las prioridades regionales en un esfuerzo de articularlas además a las decisiones estratégicas de estos mismos escenarios regionales, seleccionando prolijamente los temas que la gestión regional debe abordar. Estos profesionales pueden ser los docentes de las universidades reconocidas por su propuesta ambiental y otros que, localizados en puestos públicos o privados, ejercen liderazgo sobre el asunto ambiental de la región.
Ellos bien pudieran elaborar una propuesta de Política Ambiental Regional para ser validada ante la sociedad y los gobernantes regionales, valiéndose del mandato que le dé la comisión ambiental correspondiente.
Así, la propuesta de Política Ambiental Regional, como marco para las inversiones públicas y privadas en gestión ambiental, sirve como marco orientador del enfoque de la implementación regional de las estrategias nacionales.
La Política Ambiental Regional prioriza los temas ambientales a la luz de su impacto en el desarrollo humano y el crecimiento económico regional, cumpliendo – claro – con el mandato nacional de ajustarse a los compromisos adquiridos a nivel global.
Entonces, es de esperar que la Agenda Ambiental Regional se elabore a partir de la Política Ambiental Regional. Aquí, aquellas actividades que correspondan a las instituciones del Gobierno Regional serán debidamente planificadas como proyectos de inversión pública.
Si logramos esto, el avance en la implementación de la Agenda Ambiental Regional evidenciará un innegable avance a favor del desarrollo sostenible local y regional.

viernes, 18 de septiembre de 2009

¿Cuánto cuesta…?

Una muy importante corriente economicista recurre a la valoración económica de muchas decisiones, generalmente políticas, con miras a orientar - a través del valor monetario – nuestras decisiones en relación a lo que acontece en el planeta.
En términos ambientales, los suscriptores del Protocolo de Kyoto proponen que las prácticas para capturar el carbono que en otros lugares es liberado en forma de gas, tengan un precio. La idea es que quienes sientan la necesidad (industrial y productiva) de continuar liberando gases de carbono y otros (considerados como Gases de Efecto Invernadero - GEI) paguen para que en alguna parte alguien capture ese gas (o el carbono que lo compone) y reduzca la emisión acumulada hacia la atmósfera, evitando de ese modo el efecto invernadero que (ya se ha demostrado) influye en el Cambio Climático que estamos viviendo. Hasta hoy las Naciones Unidas reconocen a esto en forma de Certificados de Reducción de Emisiones (CRE), los mismos que son considerados como valores en bolsa. Y la moda va en el sentido de que “pago más por aquellas formas de capturar el carbono (que libero en forma de gas) que resultan más eficaces”. Instrumento interesante en esta cultura contemporánea de que “nada tiene sentido si no es a la luz de la economía”.
Esta idea parece no cobrar sentido en la medida de que las plantaciones forestales que no responden al propósito de demostrar si “cada centavo que invierto” significa indiscutiblemente que efectivamente ha logrado la captura de cada molécula de gas carbono que libero, no me interesa. Ejemplo de esto son las plantaciones forestales con especies que los países que las poseemos (y que son las mayores), no conocemos cuánto carbono capturan a lo largo de su período de desarrollo. Por esto nace la reciente idea de la “Deforestación Evitada” que cuesta tanto insertarse en este mercado de los CRE. Deforestación Evitada es nada menos que evitar el cambio de una cobertura forestal existente por una cobertura con uso diferente (agricultura de secano o forrajes, por ejemplo), o menos rentable (en el mercado) para la captura del carbono.
Crítica situación… quienes amamos el planeta y su continuidad en el tiempo, debemos demostrarles a los principales perjudicados con el Cambio Climático (por la magnitud de sus inversiones), que sus “buenas prácticas” para reducir el perjuicio de sus emisiones, les resulten (monetariamente) rentables.
Con esta sociedad así, tan monetariamente dependiente, los conservacionistas debemos crear cada vez mayores instrumentos monetarios para moverlos hacia ejercicios productivos cada vez menos nocivos con nuestro (y único) planeta.
Pero quizás debemos abandonar nuestro pensamiento ambientalista y cambiarlo por algo más visible. El proceso de deterioro ambiental debiéramos mostrarlo a través de cada fase del deterioro (indiscutible). Antes de que cierre una fábrica, el inversionista deberá enfrentar conflictos con las sociedades que se sienten afectadas, con los gobiernos que sienten que su contaminación incrementa sus costos por el mantenimiento de la salud de las personas, con las sociedades que consideran que la producción no debiera generar mayores costos que el beneficio de la satisfacción de sus necesidades; o con los mismos sujetos que forman parte de la mano de obra de la misma industria.
Entonces, al final, ¿Cuánto cuesta? Cuánto cuesta cada una de las decisiones que tomamos en el desarrollo de nuestras vidas… si estas decisiones terminan incrementando la demanda por mayores productos que generan mayor contaminación de nuestro entorno, o peor, de nuestro planeta.
Lo que pasa es que las decisiones de los industriales se toman porque nosotros (los demandantes) pedimos cada día más, sin importarnos el costo ambiental de esa demanda.
En Tumbes y el resto del Perú, el costo de la demanda por conchas negras, cangrejos, y pescado (como el robalo, mero y peje blanco), están subiendo considerablemente el precio de conservarlos o – dicho de otro modo – mantenerlos en atención a nuestra demanda. Pero no estamos dispuestos a pagarlo.
Seamos conscientes… estamos generando un costo cada vez mayor, justamente debido a nuestros hábitos de consumo. Nosotros somos el problema… y podremos ser la fórmula de solución?

domingo, 9 de agosto de 2009

Turismo, una oportunidad invisible

Claro está desde hace mucho que las economías locales no logran ofrecer las oportunidades de crecimiento económico y acumulación de riqueza a los actores económicos, en tanto no exista una integración con las economías de otros lugares. Esto movilizó, en el caso de Tumbes, el comercio del ajo, la cebolla, la manteca, el licor y la chancaca; con otros lugares del Ecuador como Alamor, Zapotillo, Arenillas y hasta Loja. Definitivamente no hubiéramos logrado afianzar nuestro aparato productivo si no hubiéramos tenido una importante demanda de ajos y cebollas de parte del Ecuador; ni tampoco habrían prosperado sus economías si no hubiéramos demandado su Chancaca, su aguardiente y su manteca.
La lección es clara; el mercado de productos intercambiables dinamiza la economía.
Para el caso del Perú, casi en la década de los años 50’s del siglo pasado, surge una nueva opción conocida como el Turismo, cuando los lugares de oferta de esparcimiento agotaron sus productos y surge Machu Picchu y su equivalente en México, como opciones alternativas en Sudamérica.
Lo singular de esta nueva dinámica ha sido el hecho de que, sin necesidad de transferir los productos, los visitantes se llevaban una inigualable experiencia a cambio del dinero que dejaban por el disfrute de la misma, entendida como los servicios que le construyeron el citado “disfrute” de su escenario.
Y es que el turismo, no sólo en lugares como México, Puerto Rico y hasta la misma Habana, ocupa un lugar importante en las opciones de generación de ingresos, sin necesidad de transferir productos de un lugar a otro.
Esto ha sido entendido así por los gestores de la Revolución en los años 70’s, cuando Velasco Alvarado promociona al Perú, ya no como el “patio trasero” de economías enormes, como la norteamericana; sino como un lugar singular, radiante de cultura y recursos inequitativamente valorados por los agentes económicos que sólo veían a nuestro país como ofertante del caucho, la madera, el carbón, el petróleo y el azúcar. El tema en conflicto es que, para que esto ocurra, las poblaciones debían alcanzar tal nivel de apropiación de su oferta, que consideró necesario resolver el asunto de la tenencia de la tierra, que en esa época se concentraba en pocas manos, dejando al poblador como solo un ofertante de servicios no calificados ante el vertiginoso crecimiento de la Hacienda.
El movimiento “revolucionario” cree resolver esta eventual inequidad despojando al hacendado de sus tierras y entregándoselas a sus trabajadores, ya sea para continuar con la producción agrícola, como para vender valores adicionales como la cultura y recursos localmente subvaluados, como la fibra de los camélidos y el algodón nativo, ya no como materia prima, sino como producto terminado.
Pocos tienen memoria de esto. La mayor parte de nosotros piensa que el movimiento revolucionario ha sido una página obscura en nuestra cultura y por tanto reacciona desechándola con todo lo que vino.
Hay mucho que hablar al respecto, pero sólo espero concentrarme en la sola idea de hacer notar que somos un escenario singular con una cultura riquísima, digna de ser conocida como un destino valioso para el turismo. Asumo que alguien entienda que en la oferta de un lugar singular y atractivo, exista una importante oportunidad para mejorar la economía local.
Pero admito un error: la creencia popular en el Perú es que el Turismo NO ES UNA OPORTUNIDAD. Y no es que hayan probado que no lo sea (en el resto del mundo sí lo es, decididamente). Lo que pasa es que es parte de la incomprendida herencia que dejó el movimiento revolucionario.
Mientras que en el resto del mundo, la afluencia de visitantes del exterior constituye una oportunidad para generar ingresos, en el Perú no forma parte de las opciones sólidas. Alguien creería, de un modo apresurado, que el Perú no tiene nada que ofrecer. Pues no es así, los ofertantes de servicios básicos consideran al visitante como un agente indeseable en el desarrollo de sus precarias economías, pues, piden servicios singulares, pagan con monedas extrañas y hablan con un lenguaje incomprendido.
Así las cosas, el Perú se constituye en el país que demanda cada día más mejores oportunidades de ingresos, pero se da el lujo de desechar aquellas que se le ofrecen espontáneamente.
Esto no se debe a la falta de conocimientos en el común de la gente. Se debe a que los propios gobernantes sienten que las megaestructuras y los monumentos a lo que sea, son la fórmula de desarrollo y no la preparación a recibir visitantes.
No conozco a todo mi país, pero si a buena parte de sus lugares. Todos ellos con su propia y maravillosa singularidad. Sin embargo, conservan el sentimiento común de que el visitante no les resolverá sus anhelos de crecimiento, como sí lo pudieran hacer las promesas eternamente incumplidas de sus gobernantes, para quienes siempre hay un voto a favor.
Esto hace que en lugares como Tumbes, frontera con Ecuador, el tratamiento a los visitantes sea de dos modos: (1) cobrándoles tarifas tan escandalosamente altas como para que nunca más vuelvan; y (2) negándoles cualquier servicio so pretexto de no entender el valor de su moneda.
No puedo universalizar esta idea con todos. Están los operadores; sin embargo ellos sólo se aseguran de crear las condiciones mínimas de disfrute de sus visitantes. Lo que los visitantes tengan que sortear hasta los operadores no forma parte de su agenda aún. Y es que entonces, no logran notar que aquellos servicios como el transporte, la alimentación y el hospedaje están caminando en el lado contrario.
En tanto esto continúe así, no habrá turismo como opción económica; ni menos será visible para el resto de agentes económicos. Seguirá siendo una oportunidad invisible.

jueves, 30 de abril de 2009

Estabilizar las playas

Desde niño me llamaba la atención la forma en que el mar acumulaba la arena en la orilla, sobre todo cuando marcaba desniveles.

Hace poco más de diez años comentaba un empresario turístico que las playas de Zorritos virtualmente “miraban” al cielo y no al mar, pues entre el mar y la costa sólida se había acumulado un muro de arena, tal como lo indica la figura.

Hace un año, caminando con mis hijas por la playa de Zorritos, las llevo a conocer el muelle de pescadores, donde disfrutábamos de lanzarnos a nadar cuando éramos niños. Ellas no podían creer que hubo un muelle ahí, pues estaba completamente arenado e inservible. Hoy, las embarcaciones deben anclarse a por lo menos 500 m. de la orilla y los pescadores se ayudan con balsas para llevar la pesca hasta la playa.

Recientemente reviso los mapas satelitales de Tumbes y me concentro en seguir el cauce de los principales ríos, tanto de flujo permanente como de flujo temporal, y observo un comportamiento meandroso marcado por una severa erosión. Eso me hizo recordar otro detalle que es común escuchar en los valles: “el invierno me quitó tierras en este año…”, haciendo referencia a que en las épocas de lluvia, el crecimiento de los ríos erosionó a tal punto el suelo que terminó llevándose literalmente toda o parte del área de cultivo de algunas personas.

Los mapas satelitales también me mostraron que hay una inmensa masa muy clara (de color blanquecino) que parece moverse debajo de la superficie marina, muy cerca de la orilla.

Estas ideas aparentemente desordenadas y desarticuladas me hicieron pensar en que todo es parte de un mismo problema.

En un esfuerzo por armar este rompecabezas, me propuse que el impacto de la erosión y sedimentación que ocurre a lo largo de un río, tiene sus secuelas cuando ingresa al mar en considerables volúmenes. En gestión de cuencas siempre hablamos de la erosión y la sedimentación como factores críticos, pero no recuerdo que hayamos avanzado hasta el mar. Imagino que estarán de acuerdo conmigo en que el material sedimentario que llega al mar debe ir a parar a alguna parte. El mar no es un vacío que desaparece por arte de magia todo lo que recibe.

Y creo que ahí es donde está el problema. La dinámica lunar de las mareas y el movimiento de las corrientes marinas actúan como una especie de cachorro animal que juega con los sedimentos que entregan los ríos al mar, y los deposita en algún lugar de la costa. Vuelve a recogerlos y se los lleva hacia otro lugar en una incansable jornada de juego que puede durar decenios.

Esta descripción imaginativa del problema intenta graficar que en el interior del mar y muy cerca de la costa tenemos condiciones que nos desafían a tratar con mayor interés el asunto de los sedimentos. Si bien existen inquietudes en la parte continental con los procesos erosivos que “roban” superficies de cultivo, destruyen puentes, caminos e infraestructura de riego, el problema no termina ahí. La masa de sedimentos continúa moviéndose en el mar arenando muelles, desfigurando playas y amenazando caminos e infraestructura en la zona de la orilla.

Es harto posible que en el mar de Tumbes exista un importante volumen de sedimentos, sean o no la mancha clara que se aprecia en los mapas satelitales. Hago esta aseveración porque a lo largo del siglo pasado se han desarrollado severos procesos de deforestación en forma creciente. Esto, sumado a las precipitaciones extraordinarias de 1925, 1983 y 1998, lograron que las generaciones que pertenecemos al siglo pasado (1900) crezcamos con la idea de que son naturales los cambios muy grandes en la fisiografía del territorio de Tumbes, en muy cortos períodos de tiempo. Lo que antes eran pequeños riachuelos terminaron convirtiéndose en inmensos ríos. La mayor parte de los puentes tuvieron que volver a levantarse, mucho más largos que los anteriores. Y es que la cobertura boscosa, en un territorio como el de Tumbes, juega un rol irremplazable: sostener los suelos sueltos. Cuando quitamos la cobertura boscosa, los suelos son arrastrados fácilmente por el agua y juntos actúan como meteoritos que bombardean copiosamente la estructura de suelos más afianzados, como el caso de los valles, hasta debilitarlos y literalmente arrastrarlos, dejando huellas de una severa erosión.

Pero así como quitamos el soporte a los suelos en las partes altas y los liberamos a las partes bajas de los valles y el mar, ahora debemos capturarlos. Para esto se requiere de medidas de estabilización de playas, que atrapen la arena dinámica y reduzcan considerablemente los riesgos de continuas erosiones, con impactos importantes. Y claro, en las partes altas debemos evitar que se siga reduciendo la cobertura boscosa. De este modo romperemos el ciclo.

Agradeceré comentarios a esta idea.

domingo, 19 de abril de 2009

Café Mi Tierra

Sigamos en BUEN EJEMPLO de Colombia!!!

sábado, 4 de abril de 2009

Acumulador de energía cinética

Hablando de Fuentes Alternativas de Energía.
La lectura de un artículo periodístico de El Comercio (04/04/2009), que presenta diversas máquinas al acceso de familias de escasos recursos, como el caso de una "bicilavadora", me llevó a pensar varias cosas. Una de ellas es que la energía eléctrica (y no la cinética) es la principal fuente energética que esclaviza a la mayor parte de los artefactos que usamos hoy. Hagamos memoria y de la larga lista de artefactos que recordemos, la mayor parte dependen de energía eléctrica. Claro que no los "enchufamos" directamente a la fuente (caso de celulares, iPod, cámaras, radios, equipos reproductores de MP3, etc), pero en buena cuenta ésta energía nos la proporcionan los acumuladores que si captan la energía de las fuentes originales de uso doméstico.
Eso me llevó a pensar que tales inventos como la "bicilavadora" o el "bicimolino" no tendrían mucho éxito. Cosa curiosa, en un mundo cada vez más demandante de energía, ciertos inventos que toman la energía barata, no sirven como esperamos.
Pero la idea está en el aire... piense, piense...
Yo uso un reloj automático. No usa pilas y eso me deja un respiro en mi ya compleja dinámica de consumo (que no será muy distinta a la de TODOS los ciudadanos de hoy). El reloj funciona a cuerda, la misma que siempre se tensa con el movimiento de los volantes que forman parte del mecanismo del reloj. Estos volantes giran ante cualquier movimiento de mi mano, tensando poco a poco la cuerda del reloj. De ese modo me evito de usar pilas y de dar cuerda al reloj cada cierto tiempo. ¿Capta la idea?
El mecanismo de los relojes automáticos es un acumulador de energía, pero no energía eléctrica (la que nos está llevando a un estado de caos movilizando aceleradamente el Cambio Climático). El mecanismo de los relojes automáticos es un acumulador de energía cinética.
Y ahora... a dónde va esto?
Si por un lado los artefactos que usamos a diario y de los cuales depende nuestra vida en relación, en su mayor proporción usan energía eléctrica, de qué nos vale la energía cinética?
¿De qué nos vale si la generamos en forma divertida o la acumulamos, como el caso de los relojes automáticos?
Un físico se moriría de risa... y es que resulta sumamente sencillo convertir energía cinética en energía eléctrica y viceversa. ¿Pero cómo es que no lo pensamos antes...?
Posiblemente a alguien que tenía cierto poder no le convino.
Sólo piense, si por diversión o por acumulación usted genera (sin costo) energía cinética, ésta puede a su vez activar la generación de energía elétrica a través de un dinamo (energía cinética moviliza una fuente de energía magnética y ésta genera energía eléctrica). Al final, el resultado es que usted dispone de energía eléctrica, pero generada de forma alternativa, sin liberar gases contaminantes al espacio.
Por otro lado, leí en algunos blogs que algunos inquietos ciudadanos proponían que en el caso de los vehículos (máquinas que tienen una enorme responsabilidad en la generación de gases de efecto invernadero), éstos aprovechen la energía cinética de la rotación de los neumáticos, para acumularla y utilizarla en otros sistemas del vehículo, como los frenos y hasta el mismo impulso inicial del vehículo, sin requerir del combustible fósil que tanto contamina.
Imagine usted un acumulador de energía cinética instalado en su casa de campo. Es una bicicleta estacionaria que le ayuda a quemar las grasas en exceso y por transmisión de energía, usted acumula (como el mecanismo de los relojes a cuerda) la energía rotatoria en un aparato especialmente diseñado para eso: acumular energía.
Cuando se trata de moler los granos, usted engancha el molino al acumulador y muele sus granos; cuando se trata de encender las luces, usted engancha un dinamo al acumulador y genera energía eléctrica que le permitirá alumbrar, usar su laptop, funcionar la nevera, etc.
Pero esa energía se agota... No! se transforma (Segunda Ley de Termodinámica).
Pero podemos establecer relaciones de aprovechamiento de la energía acumulada. Cierto peso en la tensión de un acumulador equivale a tantas horas de funcionamiento de un dinamo de tantos Kv, a tantos Kg de grano molido, a tantos Kg de ropa lavada, etc.
Si a usted le gusta la creación de máquinas, le invito a crear el Acumulador de Energía Cinética.
Y me cuenta lo que consiguió...

sábado, 21 de marzo de 2009

Obras son amores - Hablando de autoridades...

No sé quién cambió el original sentido religioso de esta frase, a una forma de auto-reconocimiento político de una gestión pública. Quizás respondió al hecho de que algunas autoridades no hicieron nada de nada cuando asumieron su rol, para el que el pueblo los eligió (hablo de los sistemas en democracia).
El hacer “obra” definitivamente no debiera significar nunca que deba invertirse el escaso dinero fiscal en construcciones absurdas e inútiles; peor aún, en obras vulnerables y riesgosas. Por tanto, obras por sí solas no son amores.
Lo que en esta nota se exige es que estas obras tengan relación con el bienestar colectivo. Las inversiones en infraestructura pública deben estar relacionadas con las prioridades de atención de necesidades de algún pueblo en particular, las mismas que han sido determinadas, luego de un amplio y concienzudo proceso de planificación urbana.
Comento esto porque no deja de sorprenderme la cada vez mayor cultura de construcción de monumentos absurdos, inútiles, caros y desarticulados con las necesidades de las poblaciones en donde se hacen. Un caso concreto es Zorritos, en Tumbes.
En este lugar, igual que en muchos otros, continúo observando con preocupación que la diversa y extraordinaria oferta de recursos turísticos no es aprovechada efectiva y sosteniblemente con el turismo, por ejemplo (ver nota al respecto).
Zorritos tiene serios problemas de abastecimiento de agua potable y servicios de alcantarillado; no tiene definido un sistema de gestión de residuos sólidos; no tiene planificado su crecimiento urbano; no dispone de catastro; las actividades económicas se desarrollan en desorden, de modo particular la pesca artesanal, la pesca semi-industrial y la extracción de hidrocarburos. Note usted la lista de aspectos donde invertir para resolver el problema de Zorritos y crearle un espacio al turismo, como opción económica a su población.
Sin embargo, como ocurre desde hace mucho, Zorritos ejecuta obras que, igual como en la ciudad de Tumbes, lejos de propiciar bienestar, ofenden con su ociosidad y desenfado al gastar el poco dinero que se recibe en las arcas municipales en nada útil a nadie.
Obras así... son amores?

Y en la ciudad de Tumbes, hace poco más de diez años llamó la atención una monumental obra que hasta ahora no demuestra su utilidad al desarrollo de Tumbes: El Paseo El Beso, en el malecón de Tumbes.

En el mismo lugar se ha levantado una infraestructura que aún no comprendo los beneficios que trae a la ciudad. Lo que si me demuestra es el nivel de riesgo que tiene. Observe las fotos y note usted cómo el peso de la construcción está resquebrajando el cimiento del malecón; observe y encuentre la utilidad de su absurda conexión con el Puente de Tumbes; y piense en los riesgos que puede traer en la orilla del río el enorme tamaño - ocioso - de la estructura.

¿Obras son amores...?

lunes, 9 de marzo de 2009

Política Ambiental Nacional

Hace poco (6 de marzo de 2009) el Ministerio del Ambiente publicó en su página web su propuesta de Política Ambiental Nacional (http://www.minam.gob.pe/index.php?option=com_content&view=article&id=123&Itemid=65).
En su calidad de autoridad ambiental nacional, debe definirla. Es uno de sus principales mandatos.
La política ambiental nacional es una política pública de aplicación nacional y obligatoria, de acuerdo a lo dispuesto por la Ley General del Ambiente.
Una política pública ocupa el mayor rango en la jerarquización de las normas. De ella se desprenden leyes y regulaciones específicas. Su redacción debe reflejar esta característica y no parecer un listado de acciones pendientes.
Y es que la política ambiental nacional se esperaba desde la aprobación del Código del Medio Ambiente y los Recursos Naturales y se esperó responder a esto con la creación del Consejo Nacional del Ambiente (CONAM), en 1994.
Al CONAM no se le permitió concretar este propósito debido al reducido tamaño que le dieron en la gestión pública. Aspecto que se superaría con la creación del Ministerio del Ambiente o de un organismo que tenga una mejor posición en la organización del Estado.
Volviendo al asunto de la propuesta del Ministerio del Ambiente, he revisado el documento de modo general y con ello me he permitido hacerle algunas críticas que las propongo en este blog para su consideración y comentarios, antes de aventurarme a alcanzarlos como corresponde.
Un primer aspecto visible es que no siguió un proceso participativo, aún cuando en uno de sus objetivos indica que debe haber participación ciudadana en la toma de decisiones de interés colectivo. Solamente su consulta se ha propuesto recoger aportes entre el 6 de marzo, fecha en la que se publica en la página web, y el 19 de marzo, fecha en la que terminan los talleres macroregionales de consulta.
Otro detalle es que se pierde al reafirmar redundantemente su objetivo hacia la persona. No se centra en el ambiente (para la persona), sino en la persona misma. En la misma Constitución se indica que el fin último es la persona humana. En el sector ambiente debe definirse una política clara sobre lo que ocurrirá con el ambiente para beneficio de las personas. No creo útil perderse redundando este valor obviando lo correspondiente al ambiente mismo.
Esto complica las cosas porque le da un débil peso a lo ambiental como política pública transversal a las demás políticas públicas sectoriales. Lo ambiental tiene que ver con la salud, educación, justicia, etc. y si asume tímidamente su posición, resta fuerza a su indiscutible articulación con las demás políticas públicas nacionales.
De modo concreto, no define derroteros; se centra en el medio, más no en el fin. Se confunde con un Plan o una Agenda Ambiental. Esto le da a la política ambiental nacional la condición de "fusible", vulnerable a cambios tecnológicos, económicos, sociales, conceptuales y fundamentalmente políticos.
Veo como un serio error el uso de palabras novedosas cuyos conceptos son cuestionables y/o subjetivos. Obsérvese que no existe nada en la legislación nacional sobre biocombustibles, bionegocios o ecoeficiencia.
Es visible también su marcado sesgo comercial. Privilegia la atención hacia actividades económicas de coyuntura (minería, aprovechamiento forestal o inversión privada en general), antes que en el ambiente. Si bien hoy estas actividades generan importantes divisas al país, hasta hace poco, y por cuestiones de mercado y débiles reglas de funcionamiento, no cumplían con este propósito ni menos garantizan con lograrlo en el futuro. El mercado es cambiante, el bienestar de las personas no.
En lo referente a las cuencas, me preocupa que desconoce el funcionamiento de ecosistemas originales (páramos o pajonales) en la provisión de servicios ambientales, privilegiando medidas novedosas (como la forestación), no siempre útiles en el caso de las cuencas. No protege al país del reemplazo de los páramos por bosques creados con especies exóticas.
Otro aspecto que me preocupa es el uso redundante de adjetivos de calidad (eficiencia, eficacia, etc.) para el caso de la gestión pública, dejando abierta la idea de que ésta puede ejercerse del modo contrario. Esto ya está previsto en normas generales (simplificación administrativa, transparencia y otras ya señaladas en la Constitución Política y en la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo).
Finalmente, me preocupa notar una difusa posición en la regulación del impacto ambiental, dejando entrever en algunos casos que lo dispuesto sobre la materia a nivel sectorial es insuficiente; y en otros casos muestra un tímido trato hacia los inversionistas irresponsables extendiendo la responsabilidad de los daños hacia mayores actores (autoridades locales, regionales). Si hoy la normativa sobre impacto ambiental es insuficiente, debemos poner en la agenda inmediata el tomar medidas para superar esa debilidad, no podemos ponerlo como un derrotero de largo plazo. De otro lado, el principio de internalización de costos obliga a las empresa a tener una responsabilidad ambiental; no podemos involucrar a otros actores (públicos) a responder por los daños generados por un privado.
Apreciaré críticas y comentarios que nos ayuden a proponer mejoras sustanciales a la propuesta de política ambiental nacional, porque ésto es un esfuerzo para el futuro.

lunes, 26 de enero de 2009

Gestión municipal y turismo

Un modo claro de fomentar el empleo permanente
Admito que siempre seré un crítico de la gestión municipal en el Perú. Una de las razones que me moviliza es su relación con el Turismo.
Para que usted pueda entenderlo, es preciso que revise el modo en que hacemos Turismo en el Perú. En mi apreciación personal… aún no lo conocemos. El máximo ejemplo que tenemos es Machu Picchu, pero no identificamos adecuadamente a qué se debe… ni en el mismo Cusco.
El Turismo concretamente puede generar empleo en los ciudadanos de cualquier lugar. No hablo de empleo temporal ni esporádico, sino de empleo permanente y creciente.
Aclaro que no soy agente de turismo… soy ambientalista.
El turismo a nivel municipal tiene mucho que ver con la generación de empleo. Para entender esto debemos comprender que el turismo es una forma de obtener ingresos por Exportación, sin necesidad de trasladar recursos hacia otros lugares (dentro o fuera del Perú).
El Turismo consiste en vender a los de fuera (visitantes del Perú o de otros países), los valores de nuestra localidad. Vender los valores de nuestra localidad significa vender a los de fuera (de nuestra localidad) aquello que es nuestras costumbres, nuestra tradición, nuestra cultura y nuestra forma de atender a los visitantes (compradores).
El artículo que me concentra ahora es el último aspecto citado en el párrafo anterior: la forma en que vendemos a nuestros visitantes la información relacionada con nuestra costumbre, tradición y nuestros recursos.
Pensemos sobre las condiciones actuales en las que lo hacemos y proyectemos la forma en que funcionaría, si cambiamos de actitud. Si nuestra localidad tiene recursos interesantes, porque vivimos en la costa, con los recursos marinos y costeros, sumado a nuestra tradición; si vivimos en la sierra, con los recursos andinos, sumado a nuestra tradición; y si vivimos en la selva, con los recursos amazónicos, sumado a nuestra tradición… dejaríamos a los peruanos o extranjeros una maravillosa experiencia (que es lo que busca un visitante).
En el caso de la costa, si además de la riquísima cultura previa a nuestras formas de vida, vendemos un ambiente seguro en el transporte, hospedaje, alimentación y guía; vendemos una ciudad limpia, ordenada (con reglas claras que se cumplen), y una actitud hospitalaria, obtendremos de los visitantes un voto de preferencia que será transmitido – sin nuestra intervención – en una promoción continua de parte de los complacidos visitantes.
En el caso de la sierra, si además de la riquísima cultura previa a nuestras formas de vida, vendemos un ambiente seguro en transporte, hospedaje, alimentación y guía; vendemos un lugar sano, de hermosos paisajes, ordenado y la actitud hospitalaria, obtendremos de los visitantes el ya citado voto de preferencia.
En el caso de la selva, si además de la riquísima cultura previa a nuestras formas de vida, vendemos un ambiente seguro en transporte, hospedaje, alimentación y guía; vendemos un lugar exótico y atractivo, de hermosos paisajes amazónicos, ordenado y la actitud hospitalaria, obtendremos de los visitantes nuevamente el ya citado voto de preferencia.
En suma, si recibimos a un visitante con un programa previamente elaborado de forma colectiva (no individual), grabaremos en su memoria una experiencia sin par. Hablo de lograr que el visitante perciba un servicio de transporte serio, seguro; un servicio de hospedaje con calidad elevada; un servicio de alimentación muy alto y propio de la culinaria del lugar; y un servicio de guía homogéneo, con información turística responsable; además de un servicio de seguridad ciudadana equivalente a los demás lugares turísticos del mundo, habremos logrado exhibir en los carteles del turismo mundial a un lugar digno de visitar con frecuencia, cualesquiera que sean las condiciones de nuestro espacio.
La recurrencia de visitantes proporcionará a los lugareños una oportunidad mayor de ingresos. Los transportistas tendrán la oportunidad de recibir turistas con mayor frecuencia de lo habitual. Los proveedores de servicios de hospedaje recibirán visitantes atraídos por la calidad de su servicio. Los guías de turismo recibirán mayores visitantes por la calidad de la información y la seriedad de las fuentes. Al final, todos tendremos oportunidad de vender.
El rol de la municipalidad es identificar a su localidad como un lugar digno de ser visitado. Para esto deben fijar reglas claras a los proveedores de servicio: transporte, hospedaje, alimentación y guía.
Además de esto, es de su menester asegurar que los servicios de: seguridad ciudadana, higiene, orden, salud ambiental y cultura, sean proporcionados en curso con las políticas municipales de transporte, seguridad ciudadana, ordenamiento territorial, información y cultura, salud ambiental, gestión de residuos sólidos, aguas servidas y otros.
Piense en un momento sobre lo que debe hacer su localidad para asegurar la visita de foráneos, con el propósito de adicionar a la oportunidad coyuntural de ingresos, el desarrollo del turismo.
Observa mi vídeo debajo de este artículo. Hablemos de esto…

miércoles, 21 de enero de 2009