Siendo que el comportamiento es una de las condiciones que
nos permite diferenciarnos entre los seres vivos, eventualmente somos la única
especie del planeta que tiene un comportamiento diferencial tan marcado con respecto
a las demás especies, que nos permite seguir manteniendo el control de lo que
ocurre en el planeta y hasta en la porción del universo más cercana a éste.
La mayor parte de las especies tiene un comportamiento tan
parametrado que a la menor variación de un factor demuestra alteraciones
adversas que hasta pueden condicionar su supervivencia. Las hay también
aquellas que son lo suficientemente versátiles como para soportar cambios
drásticos (ya no sutiles), pero con una marcada limitación que siempre nos
permite controlarlas; o sea que hasta el momento continuamos manteniendo el
control.
La principal condición de un líquido es su fluidez, lo que
en un medio afecto al magnetismo terrestre, significa que el líquido
(manteniendo siempre ese estado) es capaz de adaptarse a la forma que se le
resista para adoptar la forma de la barrera que se le presente en el
límite inferior, pero ocupando el lugar que hay en la forma de esa barrera.
De modo más explícito, en una barrera plana – alineada con la fuerza de la
gravedad – el líquido toma la forma de la misma barrera, o sea la forma plana.
En una barrera cóncava, el líquido hacia abajo toma la forma cóncava y en la
superficie adopta la forma plana. Lo mismo ocurre en una barrera convexa o en
una barrera de forma compleja. El líquido sigue la forma de la barrera hacia
abajo, mientras que hacia arriba siempre será plano – siempre en alineación con
la gravedad.
El comportamiento adopta esta misma condición: la fluidez.
Tanto los humanos como las demás especies tenemos una cierta capacidad de
fluidez ante las diversas y muy diferenciadas condiciones en las que nos
encontremos. Algunos son menos “fluidos” que otros; es decir que algunos no
logran adaptarse a las formas de las barreras y simplemente perecen.
Mi madre me enseñó algo que decía mi abuela (su madre): “el
muerto se hace pesado cuando hay quien lo cargue”, en alusión a los funerales
de la época de mi abuela, en donde se trasladaba en un cajón hermético el
cadáver de una persona cuando fallecía, como parte de un complejo ritual
conocido como “sepelio” o “funeral”. Quienes trasladaban el cajón con el
cadáver eran personas de casi la misma estatura. Aun cuando eran cuatro – como mínimo
– los cargadores, llevaban a cuestas el peso promedio de una persona. Y eso es
muy diferente que trasladar a un herido, donde éste ayuda en el esfuerzo de
trasladarlo. Un cadáver nunca podrá ayudar a mover su masa a ninguna parte, simplemente
porque no está en condiciones de hacerlo, de modo que los cargadores
literalmente deben cargar un “peso muerto”.
Yo me imagino que mi abuela recogió la reflexión de un
cargador cuando contrastó el esfuerzo de cargar un herido con el esfuerzo de
cargar un cadáver. El herido reduce el esfuerzo y el cadáver simplemente lo
sincera. En suma, es más pesado cargar un cadáver que cargar un herido.
Volviendo al asunto del comportamiento, la reflexión que
hacía mi abuela era en referencia a que una persona se comportaba de un modo “más
pesado” cuando había quien le resolviera sus demandas. Usando el comparativo
con el fluido, el comportamiento adopta la forma de la barrera con la que se
encuentra. Si tú le permites a alguien alimentarse de tu trabajo sin ninguna
condición (de ayudar, por ejemplo), ese alguien siempre seguirá alimentándose
de tu trabajo sin hacer nada por ayudar o compensar el esfuerzo. Si por el
contrario, tú le condicionas la alimentación a hacer un esfuerzo por traer la
leña o lavar los trastes, la persona cumplirá con traer la leña o lavar los
trastes con tal de suplir su demanda de alimentos.
Sin embargo, el comportamiento tiene otra condición que no
logro comparar con alguna analogía. Este elemento quizás tiene una relación con
un mandato genético que tienen las especies que no se parecen a los humanos: la
costumbre. La costumbre no es otra cosa que la referencia histórica de resolver
las demandas de la misma forma que fueron resueltas desde la primera vez y que
además ocurrieron de forma repetitiva, que lograron “hacer camino” a la forma
de resolver su demanda. Dicho de otro modo, la forma en que resolvimos nuestra
primera demanda es la forma en la que esperamos que se resuelva en el futuro.
Si por ejemplo, luego de que nos ofrecieron alimento sin que
tengamos que hacer ningún esfuerzo, volveremos a comportarnos del mismo modo
cuando volvamos a sentir la necesidad de alimentarnos. Y si recibimos el mismo
resultado una y otra vez, nos acostumbramos; es decir que aprendimos a que el
hambre se resuelve solicitando a alguien para que nos lo proporcione sin hacer
nada a cambio. Pero si las condiciones son diferentes, con mucha facilidad
asimilamos la forma de la barrera y la repetimos con tal de satisfacer nuestra
hambre.
La repetibilidad es una de las características que encontró
Mendel en su estudio de la genética. Si el sujeto encuentra las mismas condiciones
siempre, volverá a repetir su comportamiento. De otro modo habría un colapso o
una crisis de comportamiento… ¿Por qué obrar de modo distinto si antes hubo un
resultado satisfactorio? Quién mejor encontró esta condición de comportamiento
fue Sigmund Freud. Justo por esa razón es que las personas reaccionan ante un
cambio en las barreras. Aquí es donde no consigo tener una analogía de
comprensión simple. Pues las personas literalmente protestan ante un cambio en
las barreras; es decir que ya no se comportan como un fluido – que físicamente
adoptan la forma del recipiente – sino que ejercen una energía de reacción con
tal fuerza que intentan volver a la condición original a la barrera o el
recipiente.
En un simple análisis lógico, el comportamiento humano es
capaz de adaptarse a las condiciones que le ofrezca su escenario de vida, por
muy duras que fueran; pero una vez adaptado, se resiste a asimilar los cambios
con tal energía que en muchos casos consigue que esas condiciones vuelvan a su
condición original. Aquí debo colocar una precisión: siempre que el resultado
le signifique menores esfuerzos o ahorro de energía interna. Porque cuando el
cambio le significa un ahorro de energía – en los sensores de sus percepciones –
inmediatamente adoptarán ese cambio a su favor.
Intentando traducir el análisis de este texto a un lenguaje
más simple, el comportamiento humano – considerado uno de los más complejos y
exitosos de todas las criaturas de la tierra – es como fluido para adaptarse a
las condiciones que se le presenten y ofrece una extraordinaria resistencia a
los cambios que se le presenten, siempre que le signifique una mayor inversión
de energía.
En nuestro contexto, cuando las condiciones de gobierno
(barreras) exigen de las personas una inversión inevitable de energía, ellas
estarán dispuestas a ejercerlas. Cuando las barreras son escasas (ahorro de
energía), la adaptación es más inmediata; pero cuando esas barreras cambian
abruptamente, las personas reaccionan de tal modo que buscan mantener las
condiciones originales.
Para mejor entendimiento: si le acostumbraste a tu hijo a
obtener las cosas fáciles, protestará y en gran medida cuando pretendas
cambiárselas de modo abrupto. Este análisis pretendo aplicarlo a la educación
de los hijos. Cuando - simulando el hecho de que las enseñanzas de los padres ejercen el rol de construirle barreras a los hijos - cuando se evidencien diferencias se forma una especie de fisura - similar a las que existen en las rocas, ellos adoptarán la forma de las fisuras y
ofrecerán tenaz resistencia a los cambios súbitos, hasta conseguir que los
padres abandonen su propósito de cambio, siempre que les signifique hacer un gasto de energía adicional.
Si este análisis sirve para entender el comportamiento de
las masas en el gobierno de una sociedad, me sentiré un elemento necesario en
la historia de la sociedad humana vigente. Aunque reconozco que no sé nada de
comportamiento humano ni de comportamiento social.